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GOND031

Diálogo da lavandeira e o peregrino

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TítuloDiálogo da lavandeira e o peregrino
AutorCernadas y Castro, Diego Antonio
Data orixinaria1777a
EdiciónÁlvarez, Rosario / González Seoane, Ernesto
Tipo de fonteImpresa
LinguaGalego
XéneroTexto dramático ou dialogado
DifusiónTextos públicos
AutonomíaTextos non autónomos
Título do volume Obras en prosa y verso del cura de Fruime D. Diego Antonio Cernadas y Castro, natural de Santiago de Galicia
Lugar de publicaciónMadrid
Editorial / ImprentaJoachin Ibarra, impresor de camara de S.M.
Data do volume1781
Páxinasv. VII, p. 389-399

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Cantan dentro los niños alguna parte de la Salve, que está impresa: descúbrese el quadro de la Virgen, á cuyos lados estarán los Angelitos con sus insignias, y despues de un verso, ó dos, sale por un lado del tablado la Lavandera.

Lav. Cando á Salve cantan , sinal he de que logo entran á Misa, voume chegando.

Sale el Peregrino por otro lado.

Per. Pues aquí cánticos suenan de una inocente Capilla, ver todo lo que hay es fuerza. Pero qué miro! Bendita (Hace genuflexion.) infinitas veces sea la siempre amable María y su Sacra Imagen bella. Paisana, que por el trage, me pareces de esta tierra, sabrásme decir, supuesto que porque vengo de fuera, estos Misterios ignoro, ¿Qué es lo que nos representan las insignias de estos niños, y la Imagen, que veneran? Lav. Si, meu Siñor: sabereis, que ó Crego da nosa Igrexa no lo ten ben insinado, é Freiguesia enteira non hay de rixélo, sinon que sexa unha besta, que, ó que eso nos sinifica de á , nono sepa. El nos puxo en unhas copras, coma as que venden nas Feyras, toda esa historia tan crara, que todas as Freiguesas poden, si queren, cantala á ó pandeyro, é as ferreñas. Sua mercé quer que lla diga? Per. Te lo estimaré. Lav. Pois seylla. Pero estalle en Castillano, é como sey mal á lengua, pode ser, que me trabuque; mais como, por aprendela, fixen todo canto puden, ainda irey dando na tecra. Eu digolla? Per. Dila. Lav. Elle algo longuiña. Per. Mas que lo sea. Lav. Pois logo á Dios, é á dita, bay, Dios baya có ela. En aquella gran Ciudad, que por ser tan noble y bella tiene el nombre de Jardin de la Italia, que es Florencia, una Hermandad muy piadosa habia, cuyo fin era darle cultos y alabanzas á la Virgen Madre nuestra. Entre los muchos Hermanos, mas en la virtud se esmeran siete nobles Caballeros, que con mayor penitencia, con lágrimas y oraciones á la Soberana Reyna suplicaban cada dia los guiase á mas perfecta vida y á virtud mas alta; pues deseaban con ella; servirla con mas empeño, y amarla con mas terneza. Un dia, quince de Agosto, en que los fieles celebran la Asuncion de esta Señora, por santificar su fiesta con mas retiro, se fueron todos juntos á la Iglesia, donde, estando en oracion, elevadas sus potencias, oyeron, raro prodigio! una melodía inmensa de una voz dulce y suave, que los conforta y alienta, y vieron, ó qué fortuna! que la Celestial Princesa, cercada de resplandores, con su vista los recrea. Entre los brillantes rayos, que esparcia su belleza, siete habia mas lucidos, que eran unas claras señas, de que la Divina Aurora, entre las luces que ostenta, ponia de sus Devotos las siete ardientes finezas. Mandóles que abandonasen el mundo y sus apariencias por su amor, para que así, libres de toda terrena pasion, con menos estorbo, servirla mas bien pudieran. Vueltos en , consultaron la vision, y como encuentran, que fué igual en todos siete, ninguna duda les queda de que fué favor del Cielo: con lo que conformes dexan las galas, de buriel visten, en vez de otras ricas telas, y las delgadas camisas en duros silicios truecan. Por consejo de su Obispo, (ó qué bien en esto aciertan! que no es la virtud segura, quando el alma se gobierna por su propio parecer) una casita pequeña, del bullicio retirada, tomaron, haciendo de ella como un humilde Convento, en que á Dios todos se entregan. Un dia que en procesion fueron á dar la obediencia á su Obispo, y á pedirle para su gobierno reglas, pasmados los de aquel Pueblo de oir mudanza tan nueva, para verlos se asomaban á las ventanas y puertas. Entre el gentío se hallaban muchas madres, con sus tiernas criaturas en los brazos, y algunos niños, que aun eran de cinco meses no mas, con sus inocentes lenguas, clamaron milagro grande! con voz bien clara y discreta, que la percibieron todos: Estos, Ciudad de Florencia, son los Siervos de María, ¿qué mas evidente prueba, de que la Reyna Divina honrar sus Siervos desea? Desde allí al Monte Senario, que distaba algunas leguas del Lugar, se retiraron, donde firmes perseveran siete años los siete Padres, porque si no hay permanencia en la virtud, nada vale; y ved la correspondencia, que Dios guarda en los Misterios de María, pues ordena, que para que se veneren sus siete dolores, sean siete los Padres, y siete los años de penitencia. Obligada la Señora de tan devota firmeza, un dia de Viernes Santo, que contemplaban las penas de su Soledad amarga entre mares de tristezas, quando mas compadecidos en sus lágrimas se anegan, entonces en una nube blanca, trasparente y tersa, cien mil veces mas hermosa que el Sol entre las estrellas, la Emperatriz Soberana verse de los siete dexa, cercada de hermosos rayos, vestida de ropas negras, trayendo en sus manos blancas, de su cariño por prendas, un hábito tambien negro. Al mismo tiempo con ella muchos Angeles venian, con sus insignias diversas de la Pasion del Señor, y entre esta alada caterva uno un rótulo traía, que dice en doradas letras: Siervos de María: otro de San Agustin la Regla: otro Escapularios negros: otro en sus manos ostenta unha floreciente palma: ¡ó que gloria tan excelsa! Despegó sus dulces labios la Soberana Maestra, y les dice: Aquí estoy Yo, que soy Madre verdadera de Dios: á premiaros vengo, y de mi amor para señas este hábito negro os doy, que en memoria de las penas de mi viudez y dolores, que por la muerte sangrienta de mi Hijo he padecido, quiero os vistais. Esta Regla de Agustino guardareis, que por eso esta targeta Siervos mios os publica; y esta palma manifiesta la que por ser mis devotos, tendreis en la gloria eterna. Dixo, y dexando sus almas de amor y dulzura llenas, desapareció la Virgen, que para mas evidencia, despues á San Pedro Martir (á quien el Papa encomienda de este suceso el exámen) le mostró siete azucenas, que los Angeles cogian en una hermosa floresta, y presentándolas luego á la Virgen pura y bella, en sus virginales pechos las colocaba por muestra del amor, con que á sus siete finos Devotos aprecia. Esto, Siñor, sinifican os Anxeles, é as enseñas, é dali lle comenzou á estenderse po la terra á devozon dos dolores, que esta Cofradía ouserva. O dichosas de nosoutras, si estimamos á nobresa de ser Siervos de María, é vistir á gala negra seu santo Escapulario, traguendo alma impresas as virtudes! canta dicha, canta groria nos espera! Sua mercé, que veu, por fertuna, á ver á festa, tómele cariño á Virxen, porque unha vez que lo teña, eu lle dou miña palabra, que no ha de perder có ela, porque lle he grande Siñora. Ay, meu Siñor, seu dixera algunhas cousas, que sey; mais, mal pecado, unha besta coma eu, que ha de decer? Busté perdone á molestia, que eu ben sey, que me entende, que en fin á besta no he cega. Per. Vivas mil años, paisana, que tuve gran complacencia en escucharte la historia, y no menos en tan buenas enseñanzas que me dás; y porque consuelo tengas, te prometo, que aunque ya antes de la Virgen era, aunque muy tibio devoto, lo seré desde hoy, con nueva propension á sus dolores. pues para serlo me empeñas con tu exemplo. Lav. Dios llo pague.

Sale Botica.

Bot. Carlos, Carlos.

Sale Carlos.

Carl. Ten paciencia: hay tal Carlear? Bot. No ves, que la Devocion aprieta á que la Procesion salga? Carl. Pues salga, que ya debiera salir mas ha de dos horas.

Sale la Devocion.

Dev. Parad un poco, que resta primero una urbanidad. Carl. Con cortesía se enreda? No se me ande en cumplimientos, que el vientre no sufre esperas. Dev. La Devocion no se opone á la cortesía atenta; y así, Señores Abades, cuyo zelo, cuya ciencia, con el exemplo edifica, y con la doctrina enseña...:: Per. Y así, sabios Religiosos, cuya virtud manifiesta, por el desprecio del mundo toda unha gloria interesa...:: Carl. Y así, puros Sacerdotes, cuya potestad suprema los Angeles envidiaran, si envidia tener pudieran::: Lav. E así, nobres Cabaleyros, que coa vosa presencia facedes unha Cidade, Corte, nosa Aldea::: Bot. E así, miñas Labradoras, que por bonitas, ou feas, sendo feytizos de mozas, parecés bruxas de vellas::: Dev. Por el obsequio rendido, que haceis con vuestra asistencia á la Madre Dolorosa, de agradecimientos llena, la Devocion de Fruime os las gracias atenta. Bot. Ola, digo, una palabra: por descargar mi conciencia, ya que me negué á la Loa, por ser esa una materia para muy revesada, si me lo toman en cuenta, un Entremes os ofrezco: ¿Ustedes quiérenlo? Todos. Venga. Dev. Pero ha de ser doctrinal. Bot. Entre los Anacoretas pudiera representarse, que aunque yo cara no tenga de Beato, ó Santurron, muy bien en qué se peca. Dev. Pues de este modo permito, que se represente, y mientras, porque en culto de María no estén ociosas las lenguas, todos á un tiempo conmigo gritad con voz placentera: Todos. La Virgen de los Dolores viva en el Cielo, y la Tierra.

Lenda:

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